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Modalidades de artesanía

Modalidades de artesanía

De la herencia de los aborígenes y la aportación de un amplio mosaico de pueblos que llegaron a nuestras costas, surge una amplia variedad de objetos realizados con procesos artesanos que han ido adquiriendo identidad propia con el paso del tiempo, asociados a una realidad concreta, reflejo de la idiosincrasia de La Palma.

Alfarería en La Palma

La materia prima principal es la mezcla de barro y arena, en proporciones que varían según la tipología de la pieza a realizar. El proceso se inicia con el amasado de esta mezcla, para darle plasticidad a la materia, continúa con la elaboración manual del recipiente, bien levantado a torno o mediante el sistema de urdido por churro, posteriormente se procede al secado de las piezas y a la cocción de las mismas a altas temperaturas. Principalmente, se elabora loza tradicional, y también reproducción de cerámica aborigen canaria.

El hilado de seda en La Palma

Se utiliza como materia prima el hilo de los gusanos de seda. El proceso de hilado se realiza mediante un primitivo sistema que consiste en, una vez tratados y seleccionados los capullos de seda, se introducen en agua hirviendo y, con una rama de brezo, se tira de los hilos que se llevan a un torno contiguo en donde se va formando la madeja. La hebra no se ha de partir y ha de tener siempre el mismo grosor. Una vez obtenida esta madeja el proceso continúa con el lavado, teñido y torcido de los hilos, para dejarlo en condiciones de poder ser utilizado para tejer en un telar manual. El producto obtenido, una vez tejido, se utiliza principalmente para la confección manual de pañuelos, corbatas y cualquier otra prenda de vestir o accesorio textil.

El bordado en La Palma

La producción textil de La Palma fue, durante los siglos posteriores a la conquista, una de las principales actividades económicas. Los tejidos de lino, seda y lana (el algodón es muy posterior) sostuvieron las rentas insulares hasta principios del XVII.
La progresiva mecanización y el retroceso de las labores agrícolas arrinconaron estas prácticas hasta casi hacerlas desaparecer durante el siglo XX. Sin embargo, el bordado siguió siendo una importante actividad complementaria para las familias más humildes, que han conseguido mantener vivas estas técnicas centenarias hasta nuestros días. De su antigüedad da fe el rico vocabulario, sembrado de arcaicos portuguesismos, que acompaña esta labor sufrida y marcadamente femenina.

El bordado indefinido

El bordado indefinido se distingue por la utilización de hilos de color en la creación de intrincados dibujos, que mediante la variación gradual del color producen suaves degradados que aportan un relieve y una textura muy especial. Tanto la diversidad cromática como la de los diseños permite dar rienda suelta a la creatividad de las bordadoras, y así es posible encontrar desde motivos naturalistas, flores especialmente, a figuras humanas, reproducción de obras de arte, paisajes o elementos arquitectónicos.

El bordado reichi y realce

Los bordados son uno de los estandartes de la artesanía de La Palma. De las manos de las bordadoras nacen auténticas obras de arte, y cada una de ellas es única por tanto por la calidad del trabajo como el tiempo que se emplea en su realización. Los bordados tipo «reichi» suelen realizarse sobre tejidos de color blanco o beige, y se distinguen por el uso de presillas que unen un motivo con otro en una continuidad armónica. En el tipo «realce» se rellenan los motivos de manera que adquieran relieve. Se pueden encontrar ambos tipos de bordado en una misma pieza.

El frivolité en La Palma

El término frivolité es de origen francés, y se aplica a una técnica similar al ganchillo pero que se ejecuta sin agujas, sustituida por una pequeña lanzadera (similar a las usadas en los telares) con la que se componen nudos y barquillas hasta formar intrincados dibujos que asemejan delicados encajes. Como materia prima se utilizan hilos de diversa procedencia, desde el algodón hasta la seda, pudiendo estar tejidos o con su color natural. Las piezas más frecuentes son los pañuelos y adornos de pasmanería.

La latonería en La Palma

La figura del latonero era muy frecuente hasta hace unas pocas décadas. Su trabajo no solo consistía en la fabricación de piezas nuevas, sino también en la reparación de aquellas que se iban deteriorando con el paso del tiempo y el uso continuado. Como materia se utilizan principalmente las láminas de chapa galvanizada, cobre o de hojalata, y el corte y martilleo para dar forma, y la soldadura como método de unión. Se producen faroles, regaderas, aceiteras, cubos, jarros para el agua o cántaras para la leche.

La madera en La Palma

Hablar de madera en La Palma es decir cantidad, calidad y diversidad. Desde el mismo borde del mar hasta la más alta cumbre se pueden encontrar especies vegetales de las que el artesano puede obtener los más bellos objetos, con aplicaciones en la agricultura, la industria, la arquitectura, en el hogar o en la fabricación de instrumentos musicales. 

Entre las maderas más comunes en la isla destacan la tea (el corazón del pino canario), el castaño o el brezo, aunque también es frecuente encontrar objetos construidos con moral, barbuzanos, palo blanco, la faya, el loro, el almendrero o el viñátigo.

La cestería en La Palma

Las especies más utilizadas son el follado ( Viburnum rigidum, que vive entre la laurisilva), el colmo o paja de centeno, la zarza, el moral, el castaño, el trigo, el mimbre y la caña. De la palmera canaria ( Phoenix canariensis, que en la isla se conoce con el nombre de palma) se aprovechan tanto las hojas como el pírgamo (su nervio central). Aunque la mayoría de ellas crecen durante todo el año, en algunos casos sólo se pueden recolectar en ciertas épocas, que es cuando están en su punto óptimo de flexibilidad y longitud.

La cestería de colmo y zarza

La cestería de colmo utiliza como materias primas la paja de centeno y las ramas de la zarza. La paja de centeno se cosecha en pleno verano y tras un proceso de limpieza, se ata en manojos que se conservan protegidos del sol y la humedad hasta su utilización. Las ramas de zarza recogidas preferentemente en los menguantes de los meses de primavera, son desprovistas de sus espinas y de ellas se obtienen unas tiras delgadas que sirven para atar los rollos de paja de centeno. La pieza más característica de este tipo de cestería es el balayo, un cesto de perfil bajo con fondo redondo, que tiene múltiples aplicaciones en el hogar y en las faenas agrícolas.

La cestería de palma

La cestería de palma utiliza como materia prima las hojas de la Palmera o Palma Canaria. El proceso para la preparación de material consiste en la corta de hojas, la separación de los fololios (palmitos) del nervio central (pírgano), el secado y el blanqueado con vapores de azufre. Una vez seguidos estos pasos, el artesano convierte la hoja de palmera en empleitas (moldes para queso), ceretas (cestas con asas), cestas galleras (para el transporte de los gallos de pelea), esteras, abanadores o sombreros.

La cestería de varas

Los artesanos utilizan como materia prima la corteza de las ramas y troncos de castaño, principalmente. La madera se recolecta una vez al año, coincidiendo con los menguantes de luna de los meses de enero y febrero, lo que hace que al estar almacenada largo tiempo la madera se endurezca y haya que proceder a ablandarla mediante remojo en agua, para poder trabajar el material. Las piezas que se realizan de forma más común son cestas de carga, espuertas, bandejas, paneles y cestos de varios tamaños con una o varias asas.

Los telares en La Palma

Las traperas son, posiblemente, la mejor muestra de la capacidad que tienen los artesanos de La Palma para reciclar material usado y concederles la oportunidad de volver a ser útiles en el quehacer cotidiano. Partiendo de cualquier pieza de tela susceptible de ser cortadas en finas tiras (viejos trajes, retales, mantas, cortinas...), se empatan y forman ovillos que posteriormente serán mezclados por manos hábiles en la urdimbre del telar.De allí nacerán, en una segunda vida, bolsos, alfombras, colchas, mochilas y un sin fin de productos en una combinación de mil colores.

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