La Palma es una isla española situada en el archipiélago de las Islas Canarias, en el océano Atlántico. Su historia se remonta a la época precolonial, cuando la isla estaba habitada por los aborígenes benahoaritas, quienes vivían de la agricultura, la caza y la pesca. En 1493, La Palma fue conquistada por los castellanos y se convirtió en un importante puerto comercial en la ruta hacia América. Durante siglos, la isla experimentó periodos de prosperidad y declive económico, hasta que en el siglo XX se inició un auge turístico que sigue siendo uno de sus principales motores económicos.
La historia de La Palma antes de la llegada de los conquistadores europeos es relativamente desconocida. Los primeros habitantes de la isla fueron los benahoaritas, un pueblo de origen bereber que se cree que llegó a La Palma en algún momento entre los siglos IV y V d.C. Los benahoaritas eran una sociedad primitiva y se cree que vivían en pequeñas comunidades y se dedicaban principalmente a la agricultura y la ganadería.
Los benahoaritas eran una sociedad aislada y no tenían contacto con otros pueblos del archipiélago canario. La cultura benahoarita era única y se ha encontrado evidencia de su arte rupestre en varias partes de la isla, especialmente en la zona de Las Tricias y en el barranco de Los Canarios.
Los aborígenes vivían fundamentalmente del pastoreo de cabras, ovejas y cerdos (cochinos) y recolectaban frutos y raíces con los que elaboraban una especie de harina a la que llamaban "gofio", hecha con raíces de helecho y amagantes, que tostaban y molían.
Los primeros textos sobre La Palma datan de la Baja Edad Media (siglos XIV y XV). Aunque faltan datos concretos al respecto, se calcula que la población en ese momento, podía oscilar en torno a los 4.000 habitantes. Los primitivos habitantes de La Palma eran los benahoaritas, auaritas o awaras. En el momento de la conquista, estaba dividida en 12 cantones.
En 1447 Guillén Peraza parte de La Gomera con tres naves y 500 hombres, dirigiéndose a conquistar La Palma. Tras desembarcar en el cantón de Tihuya, donde reinaba el príncipe Echedey, se produjo una terrible batalla donde los indígenas derrotaron a los castellanos a pesar de sus primitivas armas (lanzas de madera y piedras). El mismo Guillén de Peraza falleció durante los combates tras ser alcanzado por una piedra.
El 29 de septiembre de 1492 desembarcan en Tazacorte, en la desembocadura de La Caldera, unos 900 hombres al mando de Alonso Fernández de Lugo, quienes por medio de pactos, fueron poco a poco sometiendo a nueve de los doce cantones. Luego tuvieron que librar la gran batalla de Timibúcar para vencer la resistencia de los cantones aliados de Tedote y Tigalate, venciendo a Bentacayse, jefe de Tedote, y a los hermanos Jariguo y Garehagua, que compartían el poder en Tigalate.
Finalmente, tan sólo les quedaba el cantón de Aceró para dominar la isla, pero allí fueron rechazados una y otra vez por Tanausú y sus hombres. Tras los fallidos intentos de los castellanos por adentrarse en La Caldera, Fernández de Lugo mandó a Juan de Palma, pariente de Tanausú ya cristianizado, para convencer a éste de que saliera por el paso de Adamacansis para hacer un pacto de caballeros. Tanausú, ante la insistencia de los contrincantes y para evitar mayores sufrimientos a su pueblo, accedió a negociar y a firmar la paz, y por ello fue a encontrarse con don Alonso. Uno de sus seguidores le advirtió de que podía tratarse de una emboscada, pero el mencey siguió adelante porque no podía concebir que Fernández de Lugo lo engañara. Los castellanos lo atacaron, capturándolo junto a su séquito en el lugar conocido hoy como El Riachuelo, cerca de La Cumbrecita. Dicen que Tanausú se dejó morir en el barco que le llevaba a la península, ya que no quiso comer en protesta por la traición. La huelga de hambre le llevó a la muerte mientras, según la leyenda, pronunciaba constantemente la palabra vacaguaré que significaría "quiero morir".
Una vez concluida la conquista, con la incorporación de la isla de La Palma a la corona de Castilla, comienzan a llegar a ella, portugueses, castellanos y en menor medida mallorquines, catalanes, italianos, flamencos, etc., atraídos por las riquezas de esta tierra y por las políticas destinadas a favorecer el asentamiento de población (que incluían ventajas fiscales). Todas estas gentes, además de parte de la población indígena que pervivió tras la conquista, forman el tronco de la población palmera actual.
La llegada de nuevos pobladores castellanos y extranjeros significa el reparto de las tierras y las aguas, la construcción de iglesias, pueblos y caseríos, se realizan talas y se parcelan las tierras, se construyen acequias, molinos, etc. iniciándose uno de los momentos más prósperos de la historia insular, gracias al desarrollo del comercio ultramarino después de que se emplazase en el puerto de la capital el Juzgado de Indias (1558), y se fomentara el trasiego comercial del azúcar, sobre todo en Tazacorte y San Andrés y Sauces y la industria (entre otras, la seda). El puerto capitalino era, en estos momentos, el tercer puerto mundial, después de los de Sevilla y Amberes, lo cual le da un impulso también a la industria naval. No es de extrañar, pues, la presencia constante de piratas y corsarios europeos y argelinos merodeando estas costas. En 1585 la Isla contaba con 11 pilas bautismales y 5.580 habitantes.
Con la llegada del Antiguo Régimen se inicia una fase de declive ante la pérdida de los derechos comerciales, la crisis del azúcar y de los vinos. La incipiente burguesía comercial palmera queda absorbida por el creciente control que ejerce la monarquía, la nobleza y las oligarquías locales de cada pueblo; la Isla se ve inmersa en el control señorial aristocrático imperante en España. El hecho crucial que sucede por primera vez y marca una nueva etapa política en La Palma, Canarias y todo el imperio español, es la caída de los regidores perpetuos en 1773, mediante la celebración de las primeras votaciones democráticas para elegir a los representantes del pueblo. De este modo, La Palma adelanta, en el ámbito nacional, la nueva sociedad liberal. En 1812 se constituyen la mayoría de los municipios insulares, dando lugar a la nueva etapa político-administrativa.
Durante el siglo XX, La Palma experimentó una serie de cambios significativos en su economía, sociedad y cultura. En las primeras décadas del siglo, la economía de la isla se basaba principalmente en la agricultura, la pesca y la artesanía, pero esto comenzó a cambiar con la introducción del turismo.
En la década de 1960, se construyeron los primeros hoteles en la isla y se mejoró la infraestructura para acomodar a los turistas. Esto llevó a un aumento significativo en el número de visitantes y en la economía turística de la isla.
La segunda mitad del siglo XX también se caracterizó por una mayor participación política y social en la isla. En 1975, La Palma se convirtió en una provincia de la recién establecida comunidad autónoma de Canarias y comenzó a tener un mayor control sobre sus asuntos políticos y económicos.
En las décadas de 1980 y 1990, La Palma experimentó una serie de cambios culturales y sociales significativos. Se produjo una mayor aceptación y reconocimiento de la identidad y la cultura canarias, y la isla se convirtió en un importante centro para las artes y la cultura en la región.
En general, el siglo XX fue un período de cambio significativo para La Palma, con un aumento en el turismo y la modernización de la economía, así como una mayor participación política y una mayor aceptación y reconocimiento de la cultura canaria.
En el siglo XXI, La Palma ha experimentado un importante desarrollo turístico y económico gracias a la promoción de sus paisajes naturales y su rica cultura. La isla ha conseguido posicionarse como un importante destino turístico en el archipiélago canario, gracias a su privilegiada ubicación, sus playas, sus reservas naturales y sus festividades populares.
En cuanto a desastres naturales, en 2021 La Palma sufrió la erupción del volcán Cumbre Vieja, lo que provocó una gran alarma social y la evacuación de miles de personas de los municipios afectados. La erupción produjo la emisión de grandes cantidades de ceniza y gases, así como el desplazamiento de la población y la destrucción de viviendas y cultivos.
En el ámbito cultural, La Palma ha seguido manteniendo sus tradiciones y festividades populares, que se celebran a lo largo de todo el año. Además, la isla ha fomentado la promoción de su patrimonio histórico y artístico, con la restauración y puesta en valor de diversos monumentos y edificios históricos.
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